lunes, 2 de septiembre de 2013

¿Eran magos los tres reyes?


articulo8


El único Evangelio que registra la visita de los reyes magos a Jerusalén y luego a Belén es San Mateo (2:1-12).El relato Bíblico declara que vinieron sabios del oriente a traer presentes al Rey que nació para salvar al mundo.


¿Eran Tres los Reyes Magos? La Biblia no dice que eran tres los sabios que vinieron a ver a Jesús desde oriente, se deduce de los presentes que estos ofrecieron, oro, incienso y mirra.


La tradición de que fueron tres los magos surgió por el hecho de que los obsequios mencionados son tres (Mt. 2: 11); pero carece de base bíblica. Una leyenda interesante pero sin valor, les asigna los nombres de Gaspar, Baltasar y Melchor.


¿Eran Magos y Reyes? El término griego, “mágoi”, del plural “magos”, es una palabra empleada para designar a las diversas clases cultas. Si bien la palabra "mago" viene de esa raíz, los mágoi (plural) no eran magos como hoy se entiende la palabra. Eran de alta alcurnia, educados, ricos e influyentes. Eran los filósofos, los consejeros del reino, instruidos en toda la sabiduría del antiguo Cercano Oriente. Los “magos” que vinieron a buscar al niño Jesús no eran idólatras, y se caracterizaban por ser personas rectas e íntegras (CBA T5 p.281).


Existen interpretaciones que dicen que los Reyes Magos podrían haber sido astrólogos babilonios o sacerdotes persas, cultivadores de las ciencias, particularmente la astronomía. Se asume que eran “sabios” o astrónomos, llamados en aquella época como “magos”, porque venían siguiendo una estrella que presagiaba la llegada del nuevo rey.


¿Qué regalos traían y qué simbolizaban? “Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: Oro, incienso y mirra (Mt. 2:11)”. La Iglesia siempre ha visto figurados en estos tres regalos, los tres obsequios que se deben ofrecer siempre a Jesucristo. Oro: las ayudas económicas al culto y para los pobres, Incienso: las oraciones, Mirra (amarga): los sacrificios (www.churchforum.org.mx).


¿De Dónde venían? “Cuando Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes, vinieron del oriente a Jerusalén unos magos (Mt. 2:1)”. Venían de Oriente: Los países de oriente de Israel eran: Arabia, Persia (o Irán) y Asiria o Babilonia (Irak). Muchos creen que probablemente eran Persas, porque las gentes de ese país eran muy religiosas.


Los judíos consideraban que las regiones del norte de Arabia, de Siria y de Mesopotamia constituían parte del “oriente”.


Algunos han pensado que los magos eran oriundos de la patria de Balaam, quien fue vidente y quizá también mago, situada entre el valle de Sajur entre Alepo y Carquemis, a poca distancia del Eufrates. Si así fuera, el viaje a Belén habría sido de unos 650 km.


¿Era realmente una estrella la que los guiaba? “¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente y venimos a adorarle”. “Ellos, habiendo oído al rey, se fueron; y he aquí la estrella que habían visto en el oriente iba delante de ellos, hasta que llegando, se detuvo sobre donde estaba el niño”. “Y al ver la estrella, se regocijaron con muy grande gozo (Mt. 2: 2, 9-10)”.


De nada sirven todos los intentos, por medio de los cálculos astronómicos, para asignar una fecha precisa para la estrella de Belén. Ningún astro podría haber dirigido a los viajeros desde el Oriente y luego haber continuado hacia el sur desde Jerusalén hasta Belén, para detenerse finalmente sobre determinada casa. Esa estrella fue evidentemente milagrosa y no fue un cuerpo celeste normal (CBA. T5. p.232).


No fue esta estrella una conjunción de planetas como lo han sugerido algunos, ni tampoco una nova, como otros han pensado. La “estrella” que apareció en la noche del nacimiento de Cristo era un “distante grupo de resplandecientes ángeles”. Los magos fueron inducidos a interpretar ese extraño fenómeno como el cumplimiento de la profecía de Balaam referente a la “ESTRELLA de Jacob” (Núm. 24: 17).


¿Llegaron un 6 de enero para ver a Jesús? La fiesta de la Epifanía (“manifestación”), del 6 de enero es “la manifestación de Cristo a los Gentiles (los Magos)”.


Comenzó en Egipto con los seguidores del líder gnóstico Basílides, en conmemoración del bautismo de Cristo. Se generalizó en la Iglesia Oriental, a veces como conmemoración del nacimiento de Cristo. (A fines del siglo IV esa iglesia, siguiendo la modalidad Occidental, adoptó la fecha del 25 de diciembre para el nacimiento de Cristo).


La primera mención de la Epifanía en Occidente data del siglo IV, y poco después se la asoció con la adoración de los Magos. Sin embargo, hasta el promediar de la Edad Media tenía diferentes significados en diferentes lugares pero se asoció especialmente a la adoración de los Magos.


Se cree que los magos llegaron días después del nacimiento de Jesús debido a la distancia que tuvieron que recorrer para llegar hasta donde estaba el niño. La noche que nació Jesús, la estrella estaba brillando sobre Belén, esto indicaba el lugar del nacimiento del hijo de Dios. Si se recordó el 24 de diciembre el nacimiento de Jesús (fecha pagana incorporada al calendario litúrgico Cristiano que tampoco es la fecha del nacimiento de Jesús), es incorrecto recordar que estos sabios vinieron a traer sus presentes a Jesús un 6 de enero.


No fue sólo sobre los collados de Judea, ni entre los humildes pastores, donde los ángeles encontraron a quienes velaban esperando la venida del Mesías. En tierra de paganos había también quienes le esperaban; eran sabios, ricos y nobles filósofos del oriente. observadores de la naturaleza, los magos habían visto a Dios en sus obras (CS p. 361).


Al recordar esta fecha, se debería adoptar la misma aptitud de los sabios de oriente, seguir la luz, La santa Palabra de Dios y entregar a Jesús todo nuestro ser el salvador del mundo. Ese mismo Jesús hoy dice: “Yo Soy el camino, y la verdad y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí (Jn 14:6)”. La venida del hijo de Dios, no fue sólo para los judíos, sino también para todos aquellos que lo reconozcan, lo adoren, se entreguen a Él y esperen, según su promesa el segundo advenimiento (Jn 14:1-3).


 

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