viernes, 28 de marzo de 2014

Sábado bíblico

(heb. shabbâth, "[día de] reposo", "cesación"; shabbâthôn [una variante de shabbâth]; ambas palabras derivan del verbo shâbath, "cesar", "descansar", "guardar el sábado"; gr. sábbaton,"sábado").



El día de reposo semanal, instituido al final de la semana* de la creación y observado por los adoradores de Dios, tanto judíos como cristianos, durante toda la época abarcada por la historia bíblica. Cuando Dios acabó de crear la tierra, "reposó el día séptimo de toda la obra que hizo" (Gn. 2:1,2). Este "reposo"* no fue consecuencia del cansancio o la fatiga (Is. 40:28), sino del hecho de que la tarea estaba completa y el mundo era perfecto (Gn. 1:31). Concordaba en todo sentido con su ideal, y le puso fin a su trabajo, porque su obra ya no se podía mejorar. Entonces "bendijo Dios el día séptimo, y lo santificó" como un monumento recordativo de su obra creadora (2:3). Puesto que "el día de reposo [sábado] fue hecho por causa del hombre" (Mr. 2:27) -es decir, en beneficio del hombre- es lógico llegar a la conclusión de que la bendición divina con que el Creador invistió al 7º día de la semana debía constituir un canal de felicidad para Adán y Eva. Puesto que Dios también lo "santificó" (Gn. 2:3), o lo separó para uso sagrado, podemos estar seguros de que nuestros primeros padres dedicaron esas horas santas a Dios. Que el Creador tenía la intención de que la bendición del sábado fuera para todos los hombres de todos los tiempos, resulta evidente de la declaración de que "fue hecho por causa del hombre" (Mr. 2:27), con el propósito de que éste descansara y lo empleara con motivos santos. De acuerdo con esto, el 7o día es un día de reposo para todos los que reconocen que son descendientes de Adán y Eva, y no sólo para los judíos. En efecto, éstos recién aparecieron muchos siglos después de la creación, y Dios nunca tuvo la intención de que ellos monopolizaran la observancia del sábado. Es evidente que nuestros primeros padres y sus descendientes entendieron el significado del 7º día, porque: 1. Dios no llevó a cabo las obras de la semana de la creación en beneficio propio, sino en favor del hombre. Y puesto que el reposo de Dios en el 7º día no era consecuencia del cansancio, y que ese día formaba parte de la semana de la creación, tal como su nombre lo indica, resulta evidente que la bendición y la santificación del sábado también eran en beneficio del hombre, particularmente para su bien espiritual y moral. 2. Desde los albores de la historia la semana de 7 días ha sido conocida y aceptada como medida de tiempo (Gn. 7:4, 10; 8:10, 12; 29:27). Puesto que su duración no depende de los movimientos de ninguno de los cuerpos celestes, y no hay manera de trazar su origen aparte del relato de la creación que encontramos en Gn. 1 y 2, la aceptación por parte del hombre de la semana de 7 días en aquellas primeras épocas se debe remontar al hecho de que Dios estableció el 7º día de la semana como día de reposo, bendición y santificación. 

La 1ª aparición de la palabra sábado en las Escrituras se encuentra en Ex. 16:21-30, en relación con la caída del maná antes de la llegada de Israel al monte Sinaí. Dios puso énfasis en la importancia del 7º día de la semana, como día de descanso, al proporcionar una doble ración en el día 6º y nada en el 7º. Este milagro semanal comenzó el 2º mes después de la partida de Israel de Egipto (vs 1, 14, 15), y duró 40 años, hasta el mes 1º (Jos. 5:10-12; cf Ex. 12:2-11; 16:35), es decir, más de 2.000 sábados semanales sucesivos. 

En el monte Sinaí, Dios prescribió la observancia del reposo del 7º día con las palabras del 4º mandamiento del Decálogo (Ex. 20:8-11). Escribió esta ley con su propio dedo en tablas de piedra (Ex. 31:18; Dt. 9:10) y le dio instrucciones a Moisés para que fuera puesta en el arca del pacto (Dt. 10:1-5). La palabra "acuérdate", con que comienza el mandamiento relativo al sábado, no quiere decir que la observancia del 4º mandamiento es más importante que la de los otros 9, porque todos son iguales (Jos. 2:8-11; Stg. 2:10,11). El pueblo de Dios tenía que "acordarse" del sábado porque "en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día"; es decir, el sábado es un monumento recordativo del Creador y de la creación. Por eso, "Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó" en el mismo principio. Dios sabía que la tendencia natural del hombre consistiría en preocuparse tanto de las cosas que había hecho durante los 6 días de la creación, que olvidaría Quién las había hecho, una tendencia universal y evidente desde aquellos lejanos tiempos (Ro. 1:20-25). 

Las Escrituras del AT a menudo diferencian al verdadero Dios de los dioses falsos por su poder creador. Por ejemplo, en Sal. 96:5 leemos: "Todos los dioses de los pueblos son ídolos; pero Jehová hizo los cielos". Era el propósito del Señor que el hombre comprendiera "las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad" por medio "de las cosas hechas" (Ro. 1:20). De acuerdo con esto, el Creador infinitamente sabio instituyó el sábado con el fin de que no se olvidara a Dios y se deslizara hacia la idolatría, y así fuera una bendición para el ser humano y no una carga. El Señor declaró definidamente que sería una "señal" permanente entre él y su pueblo, por medio de la cual siempre reconocerían que el verdadero Dios era su Dios (Ex. 31:13). Además de su importancia universal para todos los hombres, el sábado tendría un significado adicional para Israel como recuerdo de que el Señor los había librado de la esclavitud egipcia y les había dado descanso (Dt. 5:12-15). 

Aparte de los sábados semanales (Lv. 23:3) había 7 sábados ceremoniales por año, diseminados a lo largo del calendario litúrgico: 1 y 2. Los días 1º y último de la fiesta de los Panes sin Levadura (vs 7, 8). 3. El Pentecostés (v 21). 4. El 1er día del 7º mes (v 24). 5. El Día de la Expiación (v 27). 6 y 7. Los días 1º y último de la fiesta de las Cabañas (vs 34- 36). Los sábados ceremoniales podían caer en cualquier día de la semana, y de vez en cuando coincidían con el sábado semanal. Además de los sábados semanales y anuales, cada 7 años había un año sabático,* durante el cual no se trabajaba la tierra (25:3-7). Cada 50 años se proclamaba un jubileo,* que duraba un año, durante el cual las propiedades volvían a sus dueños originales. 

Al imponer la suspensión del trabajo, el 4º mandamiento proveía el tiempo para el descanso físico y el refrigerio espiritual. Sin embargo, ese tiempo no se debía dedicar a la ociosidad, porque Dios instruyó a su pueblo para que se reuniera en "santa convocación" (Lv. 23:3; cf Ez. 46:3). La preeminencia del sábado sobre los demás días de la semana se acentuó en el ritual del antiguo tabernáculo y del templo mediante la ofrenda de un cordero adicional (Nm. 28:9, 10) y de la renovación en ese día de los panes de la proposición (Lv. 24:5-8; 1 Cr. 9:32). De acuerdo con la ley levítica, la sanción que merecía la violación del sábado era la muerte (Ex. 31:14-16), y a lo menos se registra un caso de ajusticiamiento de alguien que violó el sábado voluntariamente (Nm. 15:32-36). 

La violación del sábado fue uno de los pecados que dio como resultado el cautiverio babilónico (Jer 17:19-27). Tal como Jeremías, el profeta Ezequiel se lamentaba porque en sus días el sábado era ignorado en gran medida (Ez. 20:12-24; 22:8; 26:23, 38). Al escrutar el futuro, Isaías previó la conversión de los gentiles y prometió una bendición para quienes guardaran el sábado (ls. 56:2-6; cf 58:13). Después del cautiverio los judíos cayeron de nuevo en el descuido con respecto a la observancia del sábado, y Nehemías impulsó una reforma con el fin de fomentar dicha observancia (Neh. 10:31-13:15-22). 

Durante la época intertestamentaria los fariseos cargaron el sábado con una cantidad de reglamentos triviales que hicieron de él una carga en vez de una bendición. Esos pesados reglamentos, codificados más tarde en la Mishná, formaban parte de la tradición que Jesús combatió tan vigorosamente durante todo su ministerio (Mt. 23:4; Mr. 7:1-13). La Mishná (Shabbath 7.2) hace una lista de 39 trabajos diferentes que no se pueden llevar a cabo en ese día, y hay además una cantidad innumerable de otros minuciosos reglamentos. En efecto, 2 tratados completos de la Mishná, Shabbath y Erubin, se dedican a enumerar los diversos reglamentos concernientes al sábado. Estaba prohibido, por ejemplo, deshacer un nudo, escribir más de 2 letras del alfabeto o borrar un espacio mayor del que da cabida a 2 letras, encender un fuego o apagarlo. El reglamento más conocido es el que se refiere al "camino de un sábado", que era de más o menos 1 km. También se consideraba violación del día de reposo contemplarse en un espejo fijo en la pared. Se podía vender a un gentil el huevo que la gallina ponía en sábado, pero no se lo podía comer; también se podía contratar a un gentil para que encendiera una vela o el fuego ese día: se consideraba ilegal escupir en tierra, no fuera que una hoja de pasto recibiera irrigación por ese medio; no se permitía que alguien llevara un pañuelo durante el sábado, a menos que una punta estuviera cosida a la ropa, en cuyo caso ya no era técnicamente un pañuelo, sino parte de las vestiduras. De este modo Los rabinos ponían énfasis en los aspectos negativos de su observancia, es decir, en lo que no había que hacer, y de esta manera magnificaban la importancia de las formas de la religión mientras le restaban trascendencia a su contenido. Hicieron del sábado un fin en sí mismo, y convirtieron a los hombres en esclavos de él. Estos reglamentos negativos y minuciosos sirvieron eficazmente para oscurecer su verdadero propósito. Este énfasis rabínico sobre su rígida observancia llegó a su apogeo durante el ministerio terrenal de nuestro Señor, y en ningún otro aspecto entró Jesús en un conflicto más agudo con los dirigentes del judaísmo que con respecto a la observancia del sábado. Enseñó que éste había sido instituido en beneficio del hombre (Mr. 2:27, 28), y enfatizó los aspectos positivos de su observancia, es decir, en la clase de actividad que se puede llevar a cabo en ese día. Nada de lo que dijo o hizo se puede interpretar como opuesto al sábado que aparece en los Diez Mandamientos o en la ley levítica. Su protesta estaba orientada exclusivamente contra los abusos que había sufrido el día de reposo en manos de los rabinos, y su propósito consistió en liberar el día de los pesados reglamentos con que lo habían sobrecargado (Mt. 23:13). Era su costumbre dedicar el día a su participación en los servicios religiosos y a la instrucción religiosa (Mr. 1:21; 3:1; Lc. 4:16-27; 13:10), a actividades sociales apropiadas (Mr. 1:29-31; 2:23; Lc.14:1-3) y a obras de misericordia. Llevó a cabo 7 de sus milagros de sanidad durante el sábado (Mr.1:21-31; 3:1-5; Lc. 13:10-17; 14:1-4; Jn. 5:1-15; 9:1-7). Véase Sábado, Camino de un. 

Durante toda la epoca comprendida por el NT, los cristianos guardaron el 7º día de la semana como su día de reposo. En vista de la gran importancia que los judíos le adjudicaban, y a la luz de la tormenta de oposición suscitada por la inobservancia por parte de los gentiles de las prescripciones rituales (Hch. 15; Gá. 2; 3), la más mínima desviación de la observancia del sábado establecida por el Decálogo, ya sea por parte de Pablo o de cualquiera de los dirigentes de los tiempos apostólicos, inevitablemente habría producido una avalancha de protestas similar a la que surgió con respecto a reglamentos como la circuncisión, a comer con los gentiles y diversas otras disposiciones relativas a la liturgia (Hch. 11:1-3; 15:1, 2; 21:20, 21; Gá. 3:1; 4:10; 5:1). Parece imposible que si hubiera habido una contienda acerca de la observancia del sábado, no haya sido registrada en el NT. Pero los autores del NT guardan un completo silencio al respecto. Por el contrario, se menciona frecuentemente que el apóstol Pablo, al recorrer el mundo gentil para proclamar el evangelio, entraba "en la sinagoga en un día de reposo [sábado]" (Hch.13:14, 44; 16:13; 17:2; 18:4). Se puede argumentar que lo hacía porque estaba seguro de encontrar en ese día una buena audiencia. Pero, al mismo tiempo, el NT guarda silencio con respecto a cualquier reunión religiosa cristiana celebrada en el 1er, día de la semana que pueda proporcionar la más mínima evidencia de que los creyentes de aquel tiempo le adjudicaban alguna importancia especial a ese día. Entre los pasajes del NT que a veces se citan en un intento de probar la observancia del 1er, día de la semana por los cristianos de los días apostólicos, se encuentran Mt. 28:1, Hch. 20:7, 1 Co. 16:2 y Ap. 1:10, pero cuando se los examina se descubre que estos versículos no proporcionan evidencia alguna que indique la transferencia de la santidad del 7º día de la semana al 1º, o que los cristianos de la iglesia primitiva hayan considerado alguna vez que el 1er día era un día santo. La verdad absoluta es que desde el principio hasta el fin la Biblia no reconoce otro día fuera del 7º de la semana como día santo semanal de perpetua obligación. (Para una explicación del problema presentado en el texto griego de Lc. 6:1, véase CBA 5:726,147, 148.) Véanse Día del Señor; Primer día de la semana. 

La 1a mención al sábado proveniente de fuentes extrabíblicas aparece en un óstracon con inscripciones, que se encontró en la isla de Elefantina* (fig 440). Estas inscripciones del s V a.C. fueron hechas por colonos judíos que vivían en la isla, quienes eran mercenarios por cuenta de los persas. En los registros de las naciones antiguas no se menciona nunca el sábado. El término bab. shabatu, relacionado por algunos con el 7º día, no era de descanso semanal, sino el nombre que se le daba al día en que caía la luna llena, y que se celebraba como festividad una vez por mes. Algunos han visto vestigios de la existencia del 7º día de la semana en los tabúes especiales adjudicados a los días 7º,14º, 21º y 28º del mes, que aparecen en las antiguas hemerologías de Mesopotamia, es decir, en las listas de días propicios y adversos, que contienen reglas acerca de lo que se debe hacer y no hacer en ciertos días. Es posible que estas disposiciones reflejen en cierto modo y en forma vaga el recuerdo de la semana original conocida por los patriarcas. Un estudio de las prácticas religiosas de las naciones paganas de la antigüedad pone en evidencia que el politeísmo y la idolatría borraron casi totalmente el conocimiento de Dios y del verdadero culto. Los paganos se enteraron de la existencia del sábado por medio de los judíos de la Dispersión. 


"Sábado" en Diccionario Bíblico Adventista, 1016-1019.

¿Descansar El Sábado?



1.-        ¿Qué dijo Yashua sobre el sábado?  
Exo. 20:8
2.-        ¿Cuánto tiempo duraba cada día de la semana?
Gén. 1:23,31
3.-        ¿Cuándo comienza y termina el sábado?
Lev. 23:32
4.-        ¿Cuál es el día de preparación?
Mar. 15:42
5.-        ¿Por qué los judíos fueron condenados en los días de Nehemías?
Neh. 13:15-22
6.-        ¿Qué debemos hacer los sábados?
Isa. 58:13-14
7.-        ¿Cómo guardó Jesús el sábado?
Luc. 4:16
8.-        ¿Debemos ayudar a los demás el sábado?
Mat. 12:10-13
9.-        ¿Cuál fue la señal especial que Dios le dio a su pueblo?
Eze. 20:12,20
10.-       ¿Qué institución es especialmente destinada a ayudar al hombre a acordarse de la creación? 
Exo. 20:8-11; 31:16-17
11.-       ¿Para beneficio de quién fue hecho el sábado?
Mar. 2:27-28
12.-       ¿Jesús quería que sus seguidores guardasen el sábado?
Mat. 24:20
13.-       ¿Cómo guardó Pablo el sábado?
Hechos 13:14, 42, 44 Hechos 16:12-13 Hechos 17:2
14.-       ¿Qué evidencia bíblica tenemos de que Dios desea que haya
            una reunión de culto los sábados?    
Lev. 23:3; Heb. 10:25

“El sábado no es presentado como una nueva institución, sino como habiendo sido establecido en la creación. Debe ser recordado y observado como la memoria de la obra del Creador. Apuntando para Dios como aquel que hizo los cielos y la tierra, distingue el verdadero Dios de todos los falsos dioses. Todos los que guardan el séptimo día, dan a entender a través de este acto que son adoradores de Jehová...
Dios dio a los hombres seis días en los cuales trabajar, y exige que sus trabajos sean hechos en los seis días destinados para eso. Actos necesarios y misericordiosos son permitidos en el sábado; los enfermos y sufridores en todos los tiempos deben ser tratados; pero el trabajo desnecesario debe ser estrictamente evitado... Aquellos que en el sábado discuten asuntos de negocios o hacen planos, son considerados por Dios como si estuviesen empeñados en la propia transacción de negocio. Para santificar el sábado no debemos ni siquiera permitir que nuestros espíritus se ocupen con cosas de carácter mundano”.
“Hubiese sido el sábado guardado universalmente, los pensamientos y afecciones de los hombres habrían sido dirigidos al Creador como objeto de reverencia y culto, y jamás habría habido un idólatra, ateo o incrédulo”.


Preparación para el Sábado
“Durante toda la semana nos cumple tener en mente el sábado y hacer la preparación indispensable, a fin de observarlo conforme al mandamiento. No debemos observarlo simplemente como objeto de ley. Debemos comprender sus relaciones espirituales con todos los negocios de la vida. Todos los que consideran el sábado una señal entre ellos y Dios, revelando que El es el Dios que los santifica, han de representar condignamente los principios de Su gobierno. Practicarán día a día los estatutos de Su reino, orando continuamente a Dios para que la santificación del sábado repose sobre ellos. Cada día tendrán la compañía de Cristo, ejemplificándole la perfección de carácter. Día a día su luz refulgirá para otros en buenas obras.
En todo cuanto se relaciona con la obra de Dios, las primeras victorias deben ser alcanzadas en la vida doméstica. Ahí es que debe comenzar la preparación para el sábado. Durante toda la semana compite a los padres acordarse que su hogar precisa ser una escuela en que los hijos sean preparados para el Cielo. Sean justas sus palabras. Expresión alguna que a los hijos no conviene oír, deberá proceder de sus labios. Sea el espíritu mantenido libre de toda irritación. Durante la semana deben los padres proceder como en presencia de 
Dios, que les dio los hijos para que sean educados para El. Educad en el hogar la pequeña iglesia de modo a, que en el sábado, esté preparada para rendir culto a Dios en Su santuario. Todas las mañanas y tardes presentad a Dios vuestros hijos como Su herencia redimida con sangre. Enseñadles que su principal deber y privilegio es amar y servir a Dios.
Deberán los padres tener particular cuidado con hacer el culto de Dios una lección objetiva para los hijos. Sus labios deben proferir más a menudo pasajes de las Escrituras, principalmente las que disponen el corazón para la práctica de la religión. Las siguientes palabras del salmista deben ser frecuentemente repetidas: “Oh alma mía, espera solamente en Dios, porque de El viene mi esperanza”. Sal. 62:5.
 Cuando el sábado es recordado de esta forma, las cosas temporales no influirán sobre el ejercicio de modo a perjudicarlo. Ningún servicio atinente a los seis días de trabajo será dejado para el sábado. Durante la semana, tendremos el cuidado de no agotar las energías con trabajo físico a punto de, en el día en que el Señor reposó y se restauró, estemos demasiado fatigados como para tomar parte en su culto.
Aun cuando la preparación para el sábado deba proseguir durante toda la semana, el viernes es el día por excelencia de la preparación. Por intermedio de Moisés, dijo el Señor a Israel: “Mañana es el reposo, el santo sábado del Señor; lo que queráis cocer al horno, cocedlo, y lo que quisieres cocer en agua, cocedlo en agua; y todo lo que sobre, guardadlo para vosotros hasta mañana”. “El pueblo se esparcía y lo recogía, lo molía en molinos o lo majaba en morteros, y lo cocía en caldera o hacía de él tortas”. Exo. 16:23; Num. 11:8. Tenían, pues, alguna cosa que hacer a fin de preparar el pan que les era enviado del Cielo, y el Señor les ordenó que lo hiciesen el viernes, el día de la preparación. Iba en esto une prueba para Israel. Quería Dios probarlos si guardarían o no Su santo sábado.
Estas instrucciones provenientes de los propios labios de Dios, son para nuestra enseñanza. La Biblia es un guía perfecto, y si sus páginas fuesen estudiadas con oración y con espíritu dispuesto a comprender, nadie necesitaría estar en el error a ese respecto.
Muchos necesitan ser instruidos cuanto al modo de presentarse en las reuniones para el culto del sábado. No deben comparecer a la presencia divina con ropa usada en el servicio durante la semana. Todos deben tener un traje especial para asistir a los cultos del sábado. Aun cuando no sea lícito adaptarnos a las modas del mundo, nuestra apariencia exterior no nos debe ser indiferente. Debemos vestirnos con aseo y elegancia, aun cuando sin lujo y sin adornos. Los hijos de Dios deben estar limpios interior y exteriormente.
El viernes deberá quedar terminada la preparación para el sábado. Tened el cuidado de dejar toda la ropa en orden y dejar cocido lo que tenga que ser cocido. Limpiad los zapatos y tomad vuestro baño. Es posible dejar todo preparado, si se toma esto como regla. El sábado no debe ser empleado en arreglar ropa, cocer los alimentos, ni en diversiones o cualquier otra ocupación mundanas. Antes de la puesta del sol, dejad a un lado todo trabajo secular, y haced desaparecer las revistas profanas. Explicad a los hijos ese procedimiento vuestro e indúzcanlos a ayudar en la preparación, a fin de observar el sábado según el mandamiento.
Debemos observar cuidadosamente los límites del sábado. Acuérdense que cada minuto es tiempo sagrado. Siempre que sea posible, los patrones deberán conceder a los empleados las horas que van entre el medio día del viernes y el comienzo del sábado. Dadles tiempo para la preparación, a fin de que puedan saludar el día del Señor con sosiego de espíritu. Procediendo así no sufrirán ningún prejuicio, ni aun en relación a las cosas temporales.
 Hay aun otro punto al que debemos dar nuestra atención en el día de la preparación. En ese día todas las divergencias existentes entre hermanos, tanto en la familia como en la iglesia, deben ser removidas. Apártese del alma toda amargura, ira o resentimiento. Con espíritu humilde “confesad vuestras culpas unos a los otros, y orad unos por los otros, para que sanéis” San. 5:16.
 Antes de comenzar el sábado, tanto la mente como el físico deben desentenderse de todos los negocios seculares. Dios colocó el sábado al final de los seis días de trabajo, para que el hombre ahí se detenga y considere lo que lucró, durante la semana terminada, en preparativos para aquel reino de pureza a que ningún transgresor será admitido. Debemos cada sábado ajustar cuentas con nuestra alma, a fin de averiguar si la semana recién terminada nos trajo lucro o perjuicio espiritual.
Santificar el sábado al Señor implica en salvación eterna. Dijo Dios: “A los que Me honran, honraré”. 1 Sam. 2:30.


El Sábado en la Familia.-
Antes de la puesta del sol, todos los miembros de la familia deben reunirse para estudiar la Palabra de Dios, cantar y orar. A este respecto estamos necesitados de una reforma, porque muchos hay que se están volviendo remisos. Tenemos que confesar las faltas a Dios y unos a los otros. Debemos tomar disposiciones especiales para que cada miembro de la familia pueda estar preparado para honrar el día que Dios bendijo y santificó.
No debéis perder las preciosas horas del sábado, levantándoos tarde. En el sábado la familia debe levantarse temprano. Despertando tarde, es fácil complicarse con la comida matinal y con la preparación para el estudio de la Palabra. Eso trae como consecuencia prisa, impaciencia y precipitación, dando lugar a que la familia se vea poseía de sentimientos impropios en ese día. Profanado de esta manera el sábado, se hace un fardo, y su aproximación será para ella antes un motivo de desagrado en vez de regocijo.
 No debemos, en el sábado, aumentar la cantidad de alimento o preparar mayor variedad que en los otros días. Al contrario, la comida del sábado debe ser más simple, siendo conveniente comer menos que lo de costumbre, a fin de tener el espíritu claro y en condiciones de comprender los temas espirituales. La alimentación en exceso entorpece la mente. Las más preciosas verdades pueden ser oídas sin ser apreciadas, por estar la mente oscurecida por un régimen alimenticio impropio. Por comer demasiado a los sábados, muchos han contribuido más de lo que imaginan para deshonrar a Dios.
Aun cuando deba la gente abstenerse de cocinar los sábados, no es necesario ingerir la comida fría. En días fríos, conviene calentar el alimento preparado en el día anterior. Las comidas, ya que son simples, deben ser apetitosas y atrayentes. Trátese de hacer cualquier plato especial, que la familia no acostumbra comer todos los días.
 En el culto familiar, tomen parte también los niños, cada cual con su Biblia, leyendo de ella uno o dos versículos. Cántese entonces un himno preferido, seguido de oración. De esta, Cristo nos dejó un modelo. La oración del Señor no fue destinada para ser simplemente repetida como una fórmula, sino que es una ilustración de como deben ser nuestras oraciones, simples, fervorosas y abarcantes. En sincera petición, contadle al Señor vuestras necesidades y exprimida gratitud por Sus favores. De este modo saludaréis a Jesús como huésped bienvenido en vuestro hogar y corazón. En familia conviene evitar oraciones largas y sobre asuntos remotos. Esas oraciones enfadan, en vez de constituir un privilegio y una bendición. Haced de la hora de la oración un momento deleitable e interesante.
El culto de predicación ocupan apenas una parte del sábado. El tiempo restante podrá ser pasado en casa y ser el más precioso y sagrado que el sábado proporciona. Buena parte de ese tiempo deberán los padres pasar con los hijos. En muchas familias, los hijos menores son abandonados a sí mismos, a fin de que se entretengan como mejor puedan. Abandonados a sí mismos, los niños en breve se ponen inquietos y comienzan a jugar o a ocuparse de cosas ilícitas. De este modo el sábado pierde para ellos su importancia sagrada.
 Cuando hace buen tiempo, deberán los padres salir con los hijos a paseo por los campos y bosques. En medio a las bellas cosas de la Naturaleza, explíquenles la razón de la institución del sábado. Descríbanles la gran obra de la creación de Dios. Cuéntenles que la Tierra, cuando El la hizo, era bella y sin pecado. Cada flor, arbusto y árbol correspondían al propósito divino. Todo sobre lo que el hombre posaba su mirada, lo deleitaba, sugiriéndole pensamientos del amor divino. Todos los sonidos eran armoniosos, y en consonancia con la voz de Dios. Mostradle que fue el pecado que marcó esa obra perfecta; que las espinas, cardos, aflicción, dolor y muerte son el resultado de la desobediencia a Dios. Hacedles notar, también, que, a pesar de la maldición del pecado, la Tierra aun revela la bondad divina. Los verdes campos, los árboles altaneros, el alegre sol, las nubes, el rocío, el silencio solemne de la noche, la magnificencia del cielo estrellado, la belleza de la luna, dan testimonio del Creador. No cae del Cielo ninguna gota de lluvia, ningún rayo de luz incide sobre este mundo ingrato, sin testificar de la longanimidad y del amor de Dios.
Habladles del plano de la salvación; que “Dios amó al mundo de tal manera que dio a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que en El cree no perezca, mas tenga la vida eterna” Juan 3:16. Repetidles la dulce historia de Belén. Presentadles como Jesús fue un hijo obediente a los padres, como fue joven fiel y diligente, ayudando a proveer el sustento de la familia. De ese modo les podéis dar a entender también que el Salvador conoce las probaciones, dificultades y tentaciones, esperanzas y alegrías de la juventud, estando por eso en condición de darles simpatía y apoyo. De vez en cuando, leedles las interesantes historias contenidas en la Biblia. Preguntadles acerca de lo que aprendieron en la Escuela Sabática, y estudiad con ellos la lección del sábado siguiente.
A la puesta del sol, elevad la voz en oración y cánticos de loor a Dios, celebrando el término del sábado y pidiendo la asistencia del Señor para los cuidados de la nueva semana.
De este modo los padres podrán hacer del sábado lo que en realidad debe ser, esto es, el más alegre de los días de la semana, induciendo así a los hijos a considerarlo un día deleitoso, el día por excelencia, santo al Señor y digno de honra.
Os exhorto, queridos hermanos y hermanas: Acuérdate “del día de sábado, para santificarlo”. Si deseáis ver vuestros hijos observando el sábado conforme el mandamiento, debéis enseñarles esto, tanto por precepto como por el ejemplo. La verdad, profundamente impresa en el corazón, jamás habrá de ser totalmente olvidada. Podrá ser oscurecida, pero nunca destruida. Las impresiones hechas en la tierna infancia, han de manifestarse también en los años futuros. Las circunstancias pueden separar los hijos de los padres, y apartarlos del convivo familiar, pero por toda la vida las instrucciones recibidas en la infancia y mocedad les han de ser una bendición.


El Sábado en la Familia.-
Si deseamos la bendición prometida a los obedientes, debemos observar más estrictamente el sábado. Temo que muchas veces emprendamos en ese día viajes que bien podrían ser evitados. En conformidad con la luz que el Señor nos ha concedido en relación con la observancia del sábado, debemos ser más escrupulosos en relación a los viajes en ese día, por tierra o mar (o aire). A ese respecto debemos dar a los niños y jóvenes un buen ejemplo. Para ir a la iglesia, que requiere nuestra cooperación o a la cual debemos transmitir el mensaje que Dios le destina, puede hacerse necesario viajar el sábado; pero siempre que sea posible debemos, en el día anterior, comprar los pasajes y tomar todas las medidas necesarias. Cuando emprendamos un viaje, debemos esforzarnos lo máximo posible por evitar que el día de llegada al destino coincida con el sábado.

Cuando obligados a viajar el sábado, tenemos que evitar la compañía de los que buscan atraernos la atención para las cosas seculares. Debemos tener la mente concentrada en Dios y con El mantener comunión. Siempre que se nos ofrezca la oportunidad, hablemos con otros acerca de la verdad. Tenemos en todo tiempo estar dispuestos a aliviar sufrimientos y ayudar a los que sufren necesidades. En esos casos Dios requiere que nosotros hagamos uso legítimo del conocimiento y sabiduría que nos dio. No debemos, sin embargo, hablar acerca de negocios ni entablar cualquier conversación mundana. En todo tiempo y en cualquier lugar Dios quiere que le testimoniemos nuestra fidelidad, honrando Su sábado.



Viajar los Sábados.
Si deseamos la bendición prometida a los obedientes, debemos observar más estrictamente el sábado. Temo que muchas veces emprendamos en ese día viajes que bien podrían ser evitados. En conformidad con la luz que el Señor nos ha concedido en relación con la observancia del sábado, debemos ser más escrupulosos en relación a los viajes en ese día, por tierra o mar (o aire). A ese respecto debemos dar a los niños y jóvenes un buen ejemplo. Para ir a la iglesia, que requiere nuestra cooperación o a la cual debemos transmitir el mensaje que Dios le destina, puede hacerse necesario viajar el sábado; pero siempre que sea posible debemos, en el día anterior, comprar los pasajes y tomar todas las medidas necesarias. Cuando emprendamos un viaje, debemos esforzarnos lo máximo posible por evitar que el día de llegada al destino coincida con el sábado.
Cuando obligados a viajar el sábado, tenemos que evitar la compañía de los que buscan atraernos la atención para las cosas seculares. Debemos tener la mente concentrada en Dios y con El mantener comunión. Siempre que se nos ofrezca la oportunidad, hablemos con otros acerca de la verdad. Tenemos en todo tiempo estar dispuestos a aliviar sufrimientos y ayudar a los que sufren necesidades. En esos casos Dios requiere que nosotros hagamos uso legítimo del conocimiento y sabiduría que nos dio. No debemos, sin embargo, hablar acerca de negocios ni entablar cualquier conversación mundana. En todo tiempo y en cualquier lugar Dios quiere que le testimoniemos nuestra fidelidad, honrando Su sábado.


Sábado o Domingo?

La palabra domingo no se encuentra en la Biblia, pero hay en el Nuevo Testamento ocho versículos que mencionan "el primer día", es decir, el domingo. Los adventistas del Séptimo día guardamos el sábado bíblico, instituido en la creación del planeta, cuando no existían diferencias en razas. El sábado es un regalo de Dios al mundo entero.
 





El domingo en el Nuevo Testamento
La palabra domingo no se encuentra en la Biblia, pero hay en el Nuevo Testamento ocho versículos que mencionan "el primer día", es decir, el domingo.
 
Examinemos brevemente.1.- Pasado el sábado, al amanecer el primer día de la semana, vinieron María Magdalena, y la otra María, a ver el sepulcro (San Mateo 28:1). En este texto no se habla de la santidad del domingo, ni se hace mención de culto alguno. El versículo dice solamente que en la madrugada del primer día de la semana las mujeres fueron a la tumba.
2.- Y como pasó el sábado, María Magdalena, y María madre de Jacobo, y Salom, compraron drogas aromáticas, para venir a ungirle. Y muy de mañana, el primer día de la semana, vinieron al sepulcro, ya salido el sol (San Marcos 16:1, 2). Estos pasajes nos indican ante todo que el primer día de la semana sigue al sábado, y además, que aquellas mujeres fueron al sepulcro para embalsamar el cuerpo del Señor, es decir, para trabajar, lo que no hubieran hecho si el domingo hubiera sido sagrado.
3.- Mas como Jesús resucitó por la mañana, el primer día de la semana, apareció primeramente a María Magdalena, de la cual había echado siete demonios (San Marcos 16:9). En este versículo tampoco se menciona un día de reposo. Sin duda alguna, si nuestro Señor hubiese deseado que el día de la resurrección fuera observado como día de reposo, lo habría dicho a sus discípulos cosa que no hizo.
4.- Y el primer día de la semana, muy de mañana, vinieron al sepulcro, trayendo las drogas aromáticas que habían aparejado, y algunas otras mujeres con ellas (San Lucas 24:1). San Lucas concuerda con los otros evangelistas acerca de las intenciones que animaban a las mujeres que fueron a la tumba: iban a trabajar.
5.- Y el primer día de la semana, María Magdalena vino de mañana, siendo aun oscuro, al sepulcro; y vio la piedra quitada del sepulcro (San Juan 20:1). Este pasaje fue escrito como sesenta años después de la resurrección de Cristo. Sin embargo, no hay en él indicio alguno de que se hubiese producido un cambio en el día de reposo. El discípulo que había vivido tan cerca del Señor no parece haber oído hablar de una conmemoración de la resurrección.
6.- Y como fue tarde aquel día, el primero de la semana, y estando las puertas cerradas donde los discípulos estaban juntos por miedo a los judíos, vino Jesús y púsose en medio, y díjoles: ¡Paz a vosotros! (San Juan 20:19). El versículo indica claramente que los discípulos se habían reunido, no para celebrar un culto, sino por miedo de los judíos. En San Marcos 16:14 vimos que el Señor los censuró por tardar en creer que había resucitado. No estaban allí, pues, con el propósito de conmemorar la resurrección.
7.- Y el primer día de la semana, juntos los discípulos a partir el pan, Pablo les enseñaba, habiendo de partir al día siguiente: y alargó el discurso hasta la medianoche. Después subiendo, y partiendo el pan, y gustando, habló largamente hasta el alba, y así partió. Y nosotros subiendo en el navío, navegamos a Assón, para recibir de allí a Pablo; pues así había determinado   que debía él ir por tierra (Hechos 20:7, 11, 13). El apóstol San Pablo estaba   en viaje hacia Jerusalén. Su barco hizo escala en Troas, y allí reunió a sus conversos. Predicó hasta después de medianoche y celebró con ellos el servicio de la Comunión. Este hecho no convierte el primer día de la semana en día de reposo; con este criterio, tendríamos que deducir que el miércoles es el día de reposo porque el miércoles siguiente el mismo apóstol, encontrándose en Mileto, celebró allí también una reunión. (Véase Hechos 20:14-18). Nuestro Señor instituyó la comunión el jueves de noche. Si la Cena santifica un día, ¿por qué no observamos el jueves como día de reposo? Además, la Cena no está relacionada con la resurrección de Cristo sino que anuncia su muerte. En Hechos 2:46 leemos que los discípulos partían el pan todos los días. Pero ello no transformaba en días de reposo todos esos días. Recordemos, apreciado amigo, que cada una de las instituciones contenidas en la nueva alianza fue establecida antes de la muerte de Cristo. Nada se añadió después de la resurrección. Sus últimas enseñanzas y su testamento fueron sellados con su sangre. Nunca hizo él mención de la observancia del primer día de la semana en conmemoración de la resurrección.
8.- Cada primer día de la semana cada uno de vosotros aparte en su casa, guardando lo que por la bondad de Dios pudiere; para que cuando yo llegare, no se hagan entonces colectas (1 Corintios 16:2). Las iglesias fundadas por San Pablo querían participar de una colecta en favor de los pobres de Jerusalén, y se dieron a las corintias instrucciones al respecto. El primer día de la semana, después de reposar el sábado, cada uno debía poner aparte, en su casa, aquello de que pudiese disponer. El apóstol escribió esa epístola hacia el año 59 de nuestra era, y sin embargo, no hay en sus palabras ningún indicio de que el primer día de la semana fuese un día sagrado.
 
¿Cómo deben conmemorar entonces los cristianos la resurrección de Cristo? Respuesta:
La conmemoración de un gran acontecimiento no se hace una vez por semana. No hay mayores motivos para observar el domingo en memoria de la resurrección de Cristo de los que hay para observar el viernes, día de su muerte, o el jueves, día de su ascensión. Nuestro Señor mismo instituyó la Cena para recordar su muerte.
Porque todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que venga (1 Corintios 11:26).
El apóstol San Pablo aclara que el bautismo es en la vida del cristiano el símbolo de la resurrección de Cristo.
¿O no sabéis que todos los que somos bautizados en Cristo Jesús, somos bautizados en su muerte? Porque somos sepultados juntamente con él a muerte por el bautismo; para que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en novedad de vida. Porque si fuimos plantados juntamente en él a la semejanza de su muerte, así también lo seremos a la de su resurrección (Romanos 6:3-5).

¿No clavó nuestro Señor el sábado en la cruz?Respuesta:
San Pablo nos dice qué es lo que fue clavado en la cruz: Rayendo la cédula de los ritos que nos era contraria, que era contra nosotros, quitándola de en   medio y clavándola en la cruz. Por tanto, nadie os juzgue en comida, o en bebida, o en parte de día de fiesta, o de nueva luna, o de sábados. Lo cual es la sombra de lo por venir; mas el cuerpo es de Cristo (Colosenses 2:14, 16, 17).
Fueron las leyes ceremoniales que prefiguraban a Cristo, el Cordero de Dios sacrificado en la cruz por causa de nuestros pecados, lo que se clavó en la cruz. Allí la realidad se unió a la sombra; el símbolo fue reemplazado por el objeto al cual señalaba. Por esto el apóstol podía escribir que sólo eran "sombra de lo por venir". Los sábados mencionados en este texto son ciertas fiestas judías que también prefiguraban cosas venideras. Recuérdese que la palabra "sábado" significa "reposo".
Si estudiamos las leyes ceremoniales del antiguo Israel descubriremos que esos "sábados" mencionados por San Pablo eran fiestas anuales (1er. Iibro de las Crónicas 23:31), no semanales. Las "nuevas lunas" eran fiestas mensuales. Entre esos "sábados" ceremoniales se hallaban el del día de la expiación y el de la fiesta de los tabernáculos. El sábado semanal, a diferencia de los sábados ceremoniales, está asentado sobre un fundamento permanente, porque fue instituido en el Eden para conmemorar la Creación. Los preceptos ceremoniales, aun cuando instituidos por Dios, eran de carácter temporario y sólo debían estar en vigencia mientras señalaban al Mesías venidero. Tal es el caso de los sábados ceremoniales. En cambio un precepto moral es de carácter permanente porque está relacionado con la naturaleza moral del hombre que es siempre la misma. Tal es el caso del sábado del cuarto mandamiento.

¿No dice San Pablo que todos los días tienen el mismo valor?Respuesta:
Uno hace diferencia entre día y día; otro juzga iguales todos los días. Cada uno esté asegurado en su ánimo (Romanos 14:5).
A los judíos conversos de la iglesia primitiva les costaba abandonar las ceremonias que solían observar antes. Consideraban el cristianismo como una religión judía. Nuestro Señor era judío; los discípulos eran judíos; las Escrituras habían sido escritas en hebreo. Era difícil separar los símbolos de la realidad concreta, redentora, es decir, de la obra de Cristo. En el capítulo 14 de Romanos, San Pablo exhorta a esos cristianos de origen judío a que no continúen disputando acerca de aquellos ritos que habían terminado en la cruz.
Los "días" a que se refiere son, entonces, los que correspondían a las fiestas judías y no al sábado del cuarto mandamiento.

El reposo del sábado, ¿no estaba destinado solamente a los judíos? ¿Por qué hemos de observarlo nosotros, que no somos de raza judía?Respuesta:
El sábado por causa del hombre es hecho; no el hombre por causa del sábado. (San Marcos 2:27).
El sábado fue instituido en la creación. Los judíos no existían entonces. Dios hizo el sábado para el hombre, es decir para la humanidad entera. Cuando los mandamientos fueron proclamados en el monte Sinaí, en presencia de todo Israel, le fue dicho a éste que se acordara de que Dios se lo había dado a la familia humana centenares de años antes. El mandamiento no se aplicaba sólo a los judíos, sino también "al extranjero que está dentro de tus puertas". Aun los gentiles (que eran extranjeros para los judíos) debían observar el sábado.
Si el sábado --cuarto mandamiento-- se hubiese constituido para los judíos   solamente, entonces los Diez Mandamientos como conjunto, también hubieran sido sólo para ellos. En tal caso, los cristianos podrían tomar el nombre de Dios en vano, postrarse ante ídolos, robar, fornicar, mentir. Como por lógica esto no puede ser, tampoco podemos decir que es lícito violar el sábado.

¿Insiste Dios en que el séptimo es el único día que los cristianos deben observar?Respuesta:
Porque de cierto os digo, que hasta que perezca el cielo y la tierra, que ni una jota ni un tilde perecerá de la ley, hasta que todas las cosas sean hechas. De manera que cualquiera que infringiere uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñare a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos: mas cualquiera que hiciere y enseñare, éste será llamado grande en el reino de los cielos (San Mateo 5:18, 19).
Cualquiera que hubiere guardado toda la ley, y ofendiere en un punto, es culpado de todos (Santiago 2:10). Si la ley de Dios pudiera haber sido abrogada, Cristo no habría necesitado morir para salvar al mundo. El murió   para abolir el pecado y confirmar la ley de Dios eternamente. ¿No quiere usted entregar su vida en las manos de Dios? ¿Quiere usted, apelando al poder de su Salvador resucitado, cumplir toda su voluntad, observar sus mandamientos, inclusive el que se refiere a la observancia del sábado?

Hechos Bíblicos sobre el Sábado¿Por qué observamos el Sábado? ¿Qué propósito tiene? ¿Quién lo creó? ¿Cuándo? ¿Qué día es el verdadero Sábado? Muchos guardan el primer día de la semana o domingo. ¿Qué autoridad bíblica tienen para hacerlo? Sólo unos pocos guardan el séptimo día, o sea el Sábado. ¿Qué dice la Escritura al respecto? Aquí están los hechos acerca de ambos días, tal como los expresa la Palabra de Dios.

I.- Sesenta Hechos Bíblicos con Respecto al Séptimo Día.-1.- Después de trabajar seis días en la creación de la tierra, el gran Dios descansó el séptimo día (Gén. 2:1-3).
2.- Este hecho señala a ese día como el día de reposo de Dios, o día Sábado,   que significa día de descanso. Ilustrémoslo: cuando una persona nace en un determinado día, esa fecha será su cumpleaños, o su día de nacimiento u onomástico. De modo que cuando Dios descansó en el séptimo día, ese día llegó a ser su reposo, o sábado.
3.- Por lo tanto, el séptimo día debe ser siempre el día Sábado de Dios. ¿Puede usted cambiar su día de nacimiento por otro día? No. Tampoco puede cambiar el día de reposo por uno en el cual Dios no reposó. De aquí que el séptimo día es todavía el Sábado de Dios.
4.- El Creador bendijo el séptimo día (Gén. 2:3).
5.- Dios santificó el séptimo día (Exo. 20:11).
6.- Creó el día Sábado en el huerto del Edén (Gén. 2:1-3).
7.- Fue hecho antes de la caída; por lo tanto, no es un tipo; porque los tipos no fueron introducidos sino hasta después de la caída.
8.- Jesús dijo que el Sábado fue hecho por causa del hombre (Mar. 2:27); es   decir, para la raza humana; por lo tanto, están llamados a observarlo tanto los gentiles como los judíos.
9.- Es un memorial de la creación (Exo. 20:11; 31:17). Siempre que reposamos el séptimo día, como lo hizo Dios después de la creación, conmemoramos ese gran evento.
10.- Fue dado a Adán, padre de la raza humana (Mar. 2:27; Gén. 2:1-3).
11.- Y por lo tanto, a través de él, a todas las naciones (Hechos 17:26).
12.- No es una institución judía, porque fue establecido unos 2.300 años antes que existiera un solo judío.
13.- La Biblia nunca lo llama el Sábado judío, sino siempre "el Sábado del Señor tu Dios". Los seres humanos debemos tener mucho cuidado de no estigmatizar el día santo de reposo de Dios.
14.- Se hace referencia al Sábado en forma destacada en todo el periodo patriarcal (Gén. 2:1-3; 8:10; 12:29; 27, 28, etc.).
15.- Era parte de la ley de Dios antes del Sinaí (Exo. 16:4, 27-29).
16.- Luego Dios lo colocó en el mismo corazón de su ley moral (Exo. 20:3-17). ¿Por qué lo colocó allí si no era como los otros nueve preceptos, que todos admiten que son inmutables?
17.- El séptimo día, o Sábado, fue ordenado por la voz del Dios viviente (Deut. 4:12-13).
18.- Luego Dios escribió el mandamiento con su propio dedo (Exo. 31:18).
19.- Lo grabó en piedra para simbolizar su perpetuidad (Deut. 5:22).
20.- Fue reverentemente preservado en el arca sagrada en el Lugar Santísimo (Deut. 10:1-5).
21.- Dios prohibió toda actividad secular en el día Sábado, incluso en los tiempos más apremiantes (Exo. 34:21).
22.- Dios destruyó a los israelitas en el desierto porque profanaron su santo   Sábado Eze. 20:12-13).
23.- Es señal del verdadero Dios, por lo cual, hemos de distinguirlo de los falsos dioses (Eze. 20:20).
24.- Dios prometió que Jerusalén permanecería para siempre si los judíos guardaban el Sábado (Jer. 17:24-25).
25.- Los envió al cautiverio babilónico por violarlo ((Neh. 13:18).
26.- Dios destruyó a Jerusalén por violar el Sábado (Jer. 17:27).
27.- Dios ha pronunciado una bendición especial sobre todos los gentiles que lo guarden (Isa. 56:6-7).
28.- Esta bendición se encuentra en la profecía que se refiere totalmente a la dispensación cristiana (Isa. 56).
29.- Dios ha prometido bendecir a cualquier persona que guarde el Sábado   (Isa. 56:2).
30.- El Señor desea que llamemos al Sábado "delicia", "santo", "glorioso de Jehová" (Isa. 58:13). Cuídese de no llamarlo "el antiguo Sábado judío" o "un yugo de servidumbre", etc.
31.- Tras haber sido pisoteado durante "muchas generaciones", el santo Sábado ha de ser finalmente restaurado en los últimos días (Isa. 58:12-13).
32.- Todos los santos profetas guardaron el séptimo día o sábado.
33.- Cuando el Hijo del hombre estuvo en esta tierra, guardó el séptimo día o Sábado durante toda su vida (Luc. 4:16; Juan 15:10). De este modo, siguió el ejemplo de Su Padre en la creación. ¿No es decididamente confiable para nosotros seguir el ejemplo tanto del Padre como del Hijo?
34.- El séptimo día es el día del Señor (Apoc. 1:10; Mar. 2:28; Isa. 58:13; Exo. 20:10).
35.- Jesús fue el Señor del Sábado (Mar. 2:28); es decir, lo amó y preservó, como el esposo es señor de la esposa y la ama y protege (1 Pedro 3:6).
36.- El vindicó el Sábado en su misericordia como una institución diseñada   para beneficio del hombre (Mar. 2:23-28).
37.- En vez de abolirlo, Jesús enseñó cuidadosamente cómo debía guardarse el Sábado (Mat. 12:1-13).
38.- Enseñó a sus discípulos a no hacer nada en el Sábado, que no fuera "legal" (Mat. 12:12).
39.- Jesús instruyó a sus apóstoles en el sentido de que el Sábado sería guardado cuidadosamente y con oración 40 años después de Su resurrección (Mat. 24:20).
40.- Las santas mujeres que habían estado con Jesús guardaron reverentemente el Sábado después de Su muerte (Luc. 23:56).
41.- Treinta años después de la resurrección de Jesús el Espíritu Santo lo llamó expresamente "día de reposo" (Hechos 13:14).
42.- Pablo, el apóstol de los gentiles, lo llamó "día de reposo" el año 45 d.C. (Hechos 13:27). ¿Lo ignoraba Pablo? ¿O creeremos a los maestros modernos que afirman que había dejado de ser el Sábado después de la resurrección de Cristo?
43.- Lucas, el inspirado historiador cristiano que escribe en el año 62 d.C., lo llama "día de reposo" (Hechos 13:44).
44.- Los gentiles convertidos lo llamaron el Sábado (Hechos 13:42).
45.- En el gran Concilio Cristiano, celebrado el año 52 d.C., en presencia de   los apóstoles y de miles de discípulos, Santiago lo llama "día de reposo" (Hechos 15:21).
46.- Era costumbre tener reuniones de oración en ese día (Hechos 16:13).
47.- Pablo leyó públicamente las Escrituras en ese día (Hechos 17:2-3).
48.- Pablo acostumbraba predicar en ese día (Hechos 17:2).
49.- El libro de Hechos registra 84 reuniones celebradas en ese día (Hechos   13:14, 44; 16:13; 17:2; 18:4).
50.- Nunca hubo ninguna disputa entre los cristianos y los judíos con respecto al día Sábado. Ello es una prueba de que los cristianos observaban   unánimemente el mismo día que los judíos.
51.- En todas las acusaciones que se presentaban contra Pablo, ninguna era porque violara el Sábado. ¿Por qué no lo hicieron si él hubiese sido un trasgresor?
52.- Pablo mismo declaró expresamente que él había guardado la ley: "Ni contra la ley de los judíos, ni contra el templo, ni contra César he pecado en nada" (Hechos 25:8). ¿Cómo podría haber sido cierto esto si no hubiera guardado el Sábado?
53.- En el Nuevo Testamento el Sábado se menciona 59 veces, y siempre con respeto, dándole el mismo título que llevaba en el Antiguo Testamento:   "el día de Sábado".
54.- No se dice nada en el Nuevo Testamento de que el Sábado haya sido abolido, hecho a un lado, cambiado o algo por el estilo.
55.- Dios nunca ha dado permiso a ningún hombre para que trabaje en ese día. Amigo, ¿con qué autoridad utiliza usted el día Sábado para hacer trabajo común?
56.- Ningún cristiano del Nuevo Testamento hizo trabajo ordinario en el séptimo día, ni antes ni después de la resurrección. Muéstrenos un solo caso, y dejaremos de insistir en esto. ¿Por qué habrían de actuar los cristianos modernos en forma diferente a los cristianos de la Biblia?
57.- No existe ningún registro de que Dios haya retirado sus bendiciones o su santificación del séptimo día.
58.- Del mismo modo que el Sábado fue guardado en el Edén antes de la caída, así será observado en la tierra nueva después de la restauración (Isa.   66:22-23).
59.- El Sábado, séptimo día, es una parte de la ley de Dios, tal como salió de Su boca y fue escrita por Su propio dedo sobre las tablas de piedra en el   monte Sinaí (véase Exo. 20). Cuando Jesús comenzó Su obra, declaró expresamente que no había venido a destruir la ley: "No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas: no he venido para abrogar, sino para cumplir" (Mat. 5:17).
60.- Jesús condenó severamente a los fariseos y los calificó de hipócritas por pretender amar a Dios mientras que al mismo tiempo invalidaban uno de los diez mandamientos por causa de sus tradiciones. La observancia del domingo no es más que una tradición de hombres.

II.- Cuarenta Hechos Bíblicos con Respecto al Primer Día de la Semana.-
1.- Lo primero que se registra en la Biblia es que el domingo, el primer día de la semana, es un día común de trabajo (Gén. 1:1-5). Esto fue determinado por el Creador mismo. Si Dios hizo la tierra en domingo, o primer día de la semana, ¿puede ser un acto de impiedad trabajar los domingos?
2.- Dios ordenó a los hombres trabajar el primer día de la semana al incluirlo en el paquete de "seis días" de trabajo (Exo. 20:8-11). ¿Es erróneo obedecer esta ordenanza de Dios?
3.- Ninguno de los patriarcas guardó jamás el domingo.
4.- Ninguno de los santos profetas guardó jamás el domingo.
5.- Por mandato expreso de Dios su pueblo santo usó el primer día de la semana como un día común de trabajo durante por lo menos 4.000 años.
6.- Dios mismo lo incluye dentro del conjunto de los seis días de trabajo (Eze. 46:1).
7.- Dios no descansó en ese día.
8.- Dios nunca lo bendijo.
9.- Cristo no descansó en ese día.
10.- Jesús fue carpintero (Mar. 6:3), y trabajó en su taller durante 30 años.   Él guardó el Sábado (como se señaló en los 60 hechos bíblicos anteriores a estos), pero trabajó los seis días de la semana, como todos admiten. Hizo mucho trabajo pesado los domingos.
11.- Los apóstoles trabajaron el domingo durante toda su vida.
12.- Los apóstoles nunca descansaron ese día.
13.- Cristo nunca lo bendijo.
14.- Nunca ha sido bendecido por ninguna autoridad divina.
15.- Nunca ha sido santificado.
16.- Jamás fue dada ninguna ley bíblica para imponer la observancia del domingo. De ahí que no es transgresión trabajar ese día. "Porque donde no hay ley tampoco hay transgresión" (Rom. 4:15; Juan 3:4).
17.- El Nuevo Testamento no prohíbe en ninguna parte trabajar en ese día.
18.- No existe ninguna penalidad en la Biblia por violar el domingo.
19.- Ninguna bendición se promete para los que observan el domingo.
20.- No conozco ninguna regulación en cuanto a la forma en que debía ser observado. ¿Sería ese el caso si Dios quisiera que lo observásemos?
21.- Nunca se lo ha llamado el reposo cristiano.
22.- Jamás se lo ha llamado Sábado.
23.- Jamás se lo ha llamado día del Señor.
24.- Jamás se lo ha llamado día de descanso.
25.- Jamás se le ha aplicado ningún título sagrado. Entonces, ¿por qué habríamos nosotros de llamarlo santo?
26.- Se llama simplemente "primer día de la semana".
27.- Jesús nunca lo mencionó en ningún sentido, ni jamás el nombre de ese día estuvo en Sus labios, hasta lo muestran los registros.
28.- La palabra domingo nunca aparece en la Biblia.
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9.- Ni Dios, ni Cristo, ni los hombres inspirados dijeron jamás una palabra inspirada en favor del domingo como día santo.
30.- El primer día de la semana se menciona solamente ocho veces en todo el Nuevo Testamento (Mat 28:1; Mar. 16:2, 9; Luc. 24:1; Juan 20:1,19; Hechos 20:7; 1 Cor. 16:2).
31.- Seis de estos textos se refieren al mismo primer día de la semana.
32.- Pablo instruyó a los santos a que atendieran los asuntos seculares en ese día (1 Cor. 16:2).
33.- En todo el Nuevo Testamento tenemos sólo un registro de una reunión (la Pascua) celebrada en ese día, y ésta tuvo lugar en la noche (Hechos 20:5-12).
34.- No existe ninguna mención de que hayan celebrado alguna otra reunión antes o después de aquella.
35.- No era la costumbre reunirse en ese día.
36.- No hubo ningún requerimiento de partir el pan en ese día.
37.- Sólo tenemos un registro de que se haya hecho algo en ese día (Hechos   20:7).
38.- Eso se hizo en la noche, pasada la medianoche (versos 7-11). Jesús celebró la Pascua el jueves por la noche (Luc. 22), y los discípulos durante un tiempo la celebraban todos los días (Hechos 2:42-46).
39.- La Biblia no dice en ninguna parte que el primer día de la semana conmemore la resurrección de Cristo. Esta es una tradición de los hombres, lo cual invalida la ley de Dios (Mat. 15:1-9). El bautismo es el que conmemora la sepultura y la resurrección de Jesús (Rom. 6:3-5).
40.- Finalmente, el Nuevo Testamento guarda completo silencio con respecto a cualquier cambio del día de reposo o de cualquier intento de santificar el primer día de la semana.
He aquí 100 hechos bíblicos indiscutibles sobre esta cuestión. Estos muestran conclusivamente que el séptimo día es el Sábado del Señor, tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento.
Este artículo fue impreso originalmente por la Review and Herald Publishing Association en el año 1885. Fue reimpreso en el libro "El Domingo Viene" de Edward Reid.

Sábados Morales y Sábados Ceremoniales
El Sábado moral es aquel que pertenece a la ley moral, o sea, a los diez mandamientos, y que fue creado junto con la aparición de este viejo planeta   Tierra. Esto está en Génesis 2:2-3. Por otro lado, existen los sábados ceremoniales, que son aquellas fiestas de descanso (no nos olvidemos que la   palabra sábado quiere decir descanso, y así es traducida en muchas versiones de la Biblia hoy en día) establecidas por Dios, pero que podían caer en cualquier día de la semana. Aun así, eran guardados, esto es, en aquellos días no se realizaba ningún trabajo, porque también eran considerados como siendo días santos, separados para Dios. La siguiente tabla comparativa podrá aclararnos un poco más estos dos conceptos, que tan fácilmente han confundido a muchos estudiosos de las Sagradas Escrituras.
 

 Sábado Moral
Sábado Ceremonial
Instituido en la creación
Instituido en el Sinaí
Dios descansó
Dios no descansó
El propio Dios lo anunció y lo escribió con Su dedo Exodo 32:15-16
Dios procedió de modo diferente Deut. 31:24-26
Guardado cada semana; Exo. 20:8
Guardado una vez al año
El cuarto mandamiento no incluye sábados anuales  Exo. 20:8
El sábado anual no incluye Sábados del Señor; Lev. 23:37-38
Es una señal eterna; Exo. 31:16-17
Debía cesar; Ose. 2:11 y Dan. 9:27
No fue abolido; Hechos 15:21; 17:1-2; 18:4; Mat. 24:20; Luc. 23:56.
Acabó en la cruz; Efe. 2:14-15; Col. 2:14-17;
Dios lo llama de mi Sábado Eze. 20:20; Lev. 19:30;
Dios lo llama de su Sábado Ose. 2:11; Isa. 1:13;

Los Sábados Ceremoniales.-
La Biblia nos muestra que existen precisamente siete sábados ceremoniales o fiestas del antiguo Israel, fuera del Sábado semanal o moral (Lev.23:3). También son conocidos como pertenecientes a la ley Mosaica, porque fue Moisés que los escribió, y no Dios directamente. Esos sábados, fuera de los sábados del Señor (Lev. 23:38) son los siguientes:
1.- La Pascua.-
Podemos
 encontrar esta fiesta, a la cual tenían que comparecer todos los judíos (Exo.23:17), en Lev. 23:4-5; Exo. 23:14-15; 34:18 y en Deut. 16:1-8. Se celebraba a los 14 días del primer mes, Abib o Nisán.
2.- El Pentecostés.-
Esta fiesta la encontramos en Lev. 23:15-22 y en Deut. 16:9-12. Se celebraba 50 días después de la Pascua.3.- La Fiesta de las Trompetas.-
Esta fiesta la encontramos en Lev. 23:23-25. Se celebraba el primer día del séptimo mes, Tishri.
4.- La Fiesta de los Tabernáculos, o de las Cabañas, o de las Tiendas.- Esta fiesta la podemos encontrar en Lev. 23:33-44. Se celebraba los días 15 del séptimo mes, Tishri.( Primer y último día de la fiesta)
5.- El Día de la Expiación.-
Este
 era considerado un día de juicio para Israel. Había santa convocación en este día. Nadie trabajaba, al igual que en los otros sábados ceremoniales. Pero este era un día todo especial para los Israelitas: en este día todos los pecados cometidos durante el año eclesiástico, eran perdonados. Los pecados simbólicamente colocados, día tras día, en el santuario terrestre a través del servicio expiatorio realizado por el sacerdote, eran ahora transferidos, a través de un macho cabrío, del santuario terrestre hacia el macho cabrío, y de este al desierto, donde moría. Este macho cabrío se llamaba Azazel y representa a Satanás. El otro macho cabrío, que era sacrificado en ese día, representa a Cristo, el verdadero Cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Juan 1:29).
Este trabajo tipificado por el sacerdote en el santuario terrestre, está ahora siendo realizado por Cristo en el santuario celestial, del cual el santuario terrestre era una figura, con todos sus servicios. Lea Hebreo capítulos 8 y 9 para mayores informaciones sobre este tema, y también lea todo el capítulo 16 de Levítico y Lev. 23:26-32. Se celebraba el día décimo del séptimo mes, Tishri.
6.- La Fiesta de los Panes Azimos.-
Esto lo podemos encontrar en Lev. 23:6-8. Note que aquí hay dos sábados ceremoniales: el primer día y el último día de esta fiesta, con lo cual completamos los siete sábados ceremoniales. Se celebraba a los quince días   del primer mes, Abib o Nisán. Duraba una semana.
Por el hecho de que la cuenta de esos sábados dependía del inicio del año religioso, que por su vez se basaba en el calendario lunar, ellos podían caer   en cualquier día de la semana. Cuando coincidían con el Sábado semanal o   moral, ese día era llamado de "gran Sábado" (Juan 19:31).
Todas estas fiestas tenían un profundo significado simbólico, y apuntaban todas hacia Cristo y a Su servicio expiatorio en el Santuario Celestial y a Su segunda venida.