sábado, 26 de octubre de 2013

No estamos bajo ayo Gálatas 3: 25

Yo creo que no es necesario guardar el sábado por que Gálatas 3: 25 dice que “ venida la fe, ya no estamos bajo ayo”; ¿qué opina usted?

Admitamos por un momento que al estar en la fe ya no tenemos nada que ver con la ley, y que por esa razón podemos desobedecer el mandamiento del sábado. Sería razonable preguntarse: ¿por qué no podríamos desobedecer los otros nueve por la misma razón? ¿Por qué no podríamos matar, robar, adorar dioses ajenos, ser idólatras, en fin desobedecer cualquiera de los Diez Mandamientos y no solamente el del sábado? Nadie admitiría eso, porque todos consideramos que el ladrón, o el adultero, o el idólatra es un mal para la sociedad. Los que hacen tales cosas no están en la fe. Así pues, si el análisis del argumento lo refuta, algo debe estar equivocado en él. Veamos, entonces, dónde está la equivocación.

Las Escrituras dicen: “Por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de el: porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado”( Romanos 3:20). Aquí descubrimos la razón del error, o sea: afirmar que la ley podría justificar, cuando su única misión es enseñar qué es el pecado. La ilustración del apóstol, es magnífica al decir que “la ley ha sido nuestro ayo ---Conductor---, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe” (Gálatas 3: 24)

Un “ayo” es la persona encargada de criar y educar a niños y a jóvenes. Del mismo modo, la ley de Dios cumple su única y verdadera misión cuando nos enseña la voluntad de Dios. “ Y conoces su voluntad (la de Dios), e instruido por la ley apruebas lo mejor”( Rom. 2:18). Cuando la ley ha cumplido su definido y único cometido, o sea, enseñarnos la voluntad de Dios, entonces, nos lleva a Cristo, el único que puede perdonar todo Nuestros pecados o desobediencias a la ley de Dios (1 Juan 3:4).

“Más venida la fe, ya no estamos bajo ayo, pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús” (Gál. 3: 25, 26). Al no estar bajo ayo, ¿Significaría que ahora podemos desobedecer la ley de Dios? De ninguna manera, porque la fe no invalida la ley, sino la confirma (Rom. 3 31; 1 Juan 3: 24; 5: 3).

Para hacerlo más claro, ejemplifiquemos la ilustración del apóstol. Tomemos a los jóvenes que asisten a una universidad con el fin de ser médicos. Se encuentran bajo ayos, sus profesores, quienes les enseñaran todo lo necesario para cumplir correctamente con esa profesión. Cuando los “ayos” comprueban, a través de años rígidos exámenes y muchas prácticas, que el alumno aprendió medicina, lo gradúan. Este abandona aulas y ayos porque ahora es doctor. Ya sabe lo que debe hacer y no necesita a sus ayos. ¿Significa eso que ahora podrá hacer lo que se le ocurra en la medicina? Algunos lo han hecho y por ello perdieron su derecho a ejercer la profesión. No son más doctores. La rebeldía a la enseñanza de sus ayos, les costó su título.

Algo semejante sucede con la ley de Dios. En calidad de “ayo” nos enseñó qué debíamos hacer para ser hijos de Dios pues no lo éramos. Para que podamos serlo, nos llevó a Cristo y “venida la fe, no estamos más bajo ayo”. ¿Olvidaremos lo que nos enseño el “ayo” por estar con Cristo? Porque recibimos el perdón de todos nuestros pecados, ¿nos sentiremos autorizados a desoír todo lo que nos enseñó el “ayo”? De ninguna manera, porque si estamos con Cristo somos nuevas criaturas, las cosas viejas, nuestra vida de pecados, o desobediencias pasamos de desobedientes a obedientes. “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Fil. 4: 13). El poder de Cristo en nosotros hace posible esa maravillosa realidad.

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